El Dolor.

El Dolor. 

Es la Europa de la Edad Media, por el siglo XVIII y la justicia se dispone  ejecutar a un condenado sometiéndolo a tortura en sesión pública. El espectáculo atraía a toda la ciudad. Los padres acompañados de sus hijos, las mujeres de sus esposos y los vagabundos sin más compañía que su propia curiosidad, se reunían en torno a la plaza mayor, a presenciar el cruel espectáculo. El condenado era arrastrado por un carro a través de las calles de la ciudad. Flagelado y sangrante, apenas podía mantenerse de pie. Al llegar a la plaza y en medio de los gritos de la multitud, continuaba la tortura. Con cuerdas, fuego o hierros candentes los verdugos buscaban infligirle el mayor dolor posible para que la multitud, como si asistiera a una sesión de educación cívica, viera lo que les sucedía a quienes violaban las normas. Luego, cuando ya estaba inconciente o demasiado débil para gritar o intentar defenderse, el condenado era finalmente crucificado, quemado, colgado o decapitado según lo estableciera la práctica del lugar. En algunos casos, el cuerpo sin vida quedaba expuesto hasta su putrefacción.

La escena parece sacada de un libro de terror o de las leyendas negras que afectan a casi todos los pueblos europeos. Sin embargo, no se trata de una fantasía histórica ni de una invención morbosa. Los registros de la época y los relatos de testigos que alcanzaron luego algún renombre son pruebas contundentes de que eran prácticas habituales de la época, para demostrar el triunfo inevitable de la “justicia”.

A lo largo de toda la historia, el hombre siempre ha intentado poder explicar las causas del dolor. Algunos sostienen que sólo es un mecanismo de alerta para el organismo; otros replican que esa explicación es demasiado simple para un fenómeno tan complejo. La sensación de dolor está influida por muchos factores, más allá de los netamente fisiológicos y neurológicos. Entender el papel que ha ocupado el dolor en la historia de la humanidad pasa por abordar los rasgos culturales y antropológicos que encierra esta sensación. Desde las épocas más primitivas, el hombre ha intentado entenderlo y le ha encontrado explicaciones diversas.

Hoy, cuando tanto esfuerzo y recursos se emplean en la lucha contra el dolor, suele no tenerse en cuenta que en otros tiempos y culturas puede haber existido y aún persisten actitudes tan opuestas a las del hombre moderno.

Durante siglos, en Occidente y otros lugares del mundo, el dolor fue considerado como un medio de enseñanza ciudadana. Las ejecuciones de los condenados por la justicia eran verdaderos espectáculos públicos, que reunían a la ciudad en torno a la agonía humana, con un atractivo del que resultaba difícil desligarse. Y la lógica detrás del espectáculo era simple: el dolor tenía un incuestionable poder educativo.

Más que simple sadismo de los verdugos o una cultura primitiva, algunos historiadores plantean que la explicación hay que buscarla en la concepción judeo-cristiana del dolor: un medio de castigo de Dios hacia los hombres. Ya en el Génesis se señala que, tras la expulsión desde el Paraíso, Adán y Eva fueron condenados a padecer dolor, incluso, la etimología de la palabra inglesa “pain” (dolor) proviene del latín “poenus” que significa castigo.

Me despido recordándoles que si tienen algún comentario pueden llamar al 0442292095572 que con gusto los atenderé.

 
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